Reseñas: El factor Borges, de Alan Pauls, y Parábola reversa, de Miguel Vicuña
Alan Pauls. El factor Borges. Barcelona: Editorial Anagrama, 2004.
Del escritor argentino Alan Pauls, El factor Borges es un texto de todo punto de vista notable, desde el aspecto formal —una pluma ágil, que en muchas de sus páginas consta de dos textos: la voz original del ensayo, el texto básico, y una serie de notas que Pauls va desprendiendo del texto madre y que la mayor parte de las veces lo supera con una tremenda potencia—; hasta la detallada información que entrega, que va desde el análisis literario de la ‘obra visible’ (la escrita) a la obra ‘no visible’ (la hablada: una serie de grabaciones, entrevistas, conversaciones, etc.), no dejando de lado, cuando el relato lo requiere, las anécdotas biográficas, que dan cuenta de un modo de ser escritor. Aquí, precisamente, es donde apreciamos la relación con el padre, su mentor intelectual, el profesor que le ilustra de un modo singular, lúdico, o si se quiere "literario", los grandes problemas de la filosofía clásica a los que Borges recurre una y otra vez; su deuda con él, que se traduce en que Borges siente el deber de ser el escritor que su padre no pudo ser, de lo que podemos suponer la figura del padre como la del lector privilegiado al que se dirige toda la obra del hijo.
La presencia de la madre, no menos decisiva, es también revisada. Borges descubre que ha sido su madre quién secretamente ha impulsado y velado por su carrera literaria. Vemos también la difícil relación con la escena literaria argentina, las acusaciones estéticas, políticas o de autoría con que el medio ataca a un Borges que ha dejado de lado cualquier intento de vanguardia, de pretensión de originalidad. Si el ensayo se ocupa de cuestiones biográficas es porque éstas resultan imprescindibles dentro del análisis de una obra de la que el mismo Borges es un personaje. Este libro se ocupa de exponer la operación borgeana de lectura/escritura, el método de construcción de su obra, las ideas y supuestos, los modelos que rigen la lógica con que Borges hace literatura y cómo la concibe. Todo esto leído en una clave delictiva pero que no busca condenarlo. Borges como un tipo de autor que gusta de la impostura, de la fraudulencia, un escritor parásito que chupa la sangre de los clásicos para alimentar la tinta con que escribe, o directamente un plagiario. Acusaciones, todas éstas, de las que podríamos decir que Borges se sentiría orgulloso.
Este libro de Pauls ocupa un lugar privilegiado dentro de los libros sobre Borges, pues aunque es un pequeño ensayo de no más de 160 páginas, es completísimo y se hace cargo de los aspectos esenciales del Borges lector y escritor. Después de su lectura se vuelve a confirmar la importancia y el valor que tiene la obra borgeana para el pensamiento y la literatura universal.
Miguel Vicuña Navarro. Parábola reversa. Santiago: Editorial Semejanza, 2004.
Tras dieciocho años de silencio poético, Miguel Vicuña Navarro vuelve al ruedo con Parábola reversa, un poemario que –al igual que sus obras anteriores, Levadura del azar (1980) y Lengua de Cordero con piel de Oveja (1986)- se sustenta principalmente en el trabajo del autor sobre la palabra, a través de un tratamiento del lenguaje que busca extraer de éste las más diversas y profundas sonoridades y cadencias rítmicas, y en la reflexión permanente en torno al mismo trabajo poético, pero construyendo una versión de la metapoesía en que la palabra-signo dialoga de manera constante con el sentido existencial del texto, no necesariamente tematizando este sentido, sino simplemente plasmándolo en toda su contradicción y autocuestionamiento.
Como señala el poeta Waldo Rojas en el postfacio de Parábola reversa, “Un rasgo permanente en la poesía de Vicuña ha sido el de una particular maestría en el manejo de la textura fónica de su lenguaje. El juego de sonoridades y de ritmos, una andadura hecha de aliteraciones y de respiraciones, de armonías y de inarmonías de controlada fluidez que, junto con ciertos motivos y recurrencias temáticas, contribuyen a personificar lo que, siguiendo en ello a Barthes, se podría estimar como un ‘estilo’ (...).”.
Siguiendo todavía a Rojas, podemos afirmar que en Parábola reversa –como incluso lo indica su título- es permanente “el tópico del revertimiento de la poesía sobre sí misma, de su ‘reversión’, en el sentido (...), de volver algo a su estado de origen, o alguien sobre sus propios pasos.”, reversión que se expresa también a través de una intertextualidad de permanente guiño a las obras y lenguas clásicas, con las que gran parte de los textos que conforman este poemario establecen una conexión más profunda que la pura y simple cita, y que más bien se ubica en el plano del sentido de los textos que en la literalidad explícita.
La palabra es, entonces, la centralidad de esta obra de Vicuña; la palabra poética e, incluso, la palabra en su incapacidad de ser articulada, en su imposibilidad de ser expresada, como sucede en “Breve diálogo filosófico entre el poeta y su dentista”, uno de los textos centrales de este libro, en el que a los elementos anteriores se agrega un humor ácido y en buena medida autocorrosivo, nota que se repite en no pocos textos a lo largo del poemario, como “Advertencia” y “Habitantes del planeta”.
Autor de oficio, Vicuña realiza una entrega sólida a través de Parábola reversa, en que la palabra ejerce el control absoluto –en presencia y ausencia, sentido y forma- de la escena, llegando en momentos casi al límite de lo obsesivo; la palabra, el decir, la boca, la lengua, el habla, esos son los materiales de esta Parábola –¿o será acaso parole?- reversa, vuelta sobre sí misma y limitada en su expresión, pero al mismo tiempo expulsada en mil direcciones distintas, fracturado el significado del significante para, más tarde, volver a ser fundidos por arte y magia del poeta.
Tras dieciocho años, este libro de Miguel Vicuña no defrauda en lo absoluto, y se inscribe en una línea de continuidad con su trabajo anterior; continuidad que, lamentablemente, incluye la discontinua entrega de sus textos, dispersos en el calendario y necesariamente con cierto carácter de compilación a la hora de ser editados, seguramente por el dilatado espacio de tiempo que Vicuña ha ido dejando entre libro y libro.
Del escritor argentino Alan Pauls, El factor Borges es un texto de todo punto de vista notable, desde el aspecto formal —una pluma ágil, que en muchas de sus páginas consta de dos textos: la voz original del ensayo, el texto básico, y una serie de notas que Pauls va desprendiendo del texto madre y que la mayor parte de las veces lo supera con una tremenda potencia—; hasta la detallada información que entrega, que va desde el análisis literario de la ‘obra visible’ (la escrita) a la obra ‘no visible’ (la hablada: una serie de grabaciones, entrevistas, conversaciones, etc.), no dejando de lado, cuando el relato lo requiere, las anécdotas biográficas, que dan cuenta de un modo de ser escritor. Aquí, precisamente, es donde apreciamos la relación con el padre, su mentor intelectual, el profesor que le ilustra de un modo singular, lúdico, o si se quiere "literario", los grandes problemas de la filosofía clásica a los que Borges recurre una y otra vez; su deuda con él, que se traduce en que Borges siente el deber de ser el escritor que su padre no pudo ser, de lo que podemos suponer la figura del padre como la del lector privilegiado al que se dirige toda la obra del hijo.
La presencia de la madre, no menos decisiva, es también revisada. Borges descubre que ha sido su madre quién secretamente ha impulsado y velado por su carrera literaria. Vemos también la difícil relación con la escena literaria argentina, las acusaciones estéticas, políticas o de autoría con que el medio ataca a un Borges que ha dejado de lado cualquier intento de vanguardia, de pretensión de originalidad. Si el ensayo se ocupa de cuestiones biográficas es porque éstas resultan imprescindibles dentro del análisis de una obra de la que el mismo Borges es un personaje. Este libro se ocupa de exponer la operación borgeana de lectura/escritura, el método de construcción de su obra, las ideas y supuestos, los modelos que rigen la lógica con que Borges hace literatura y cómo la concibe. Todo esto leído en una clave delictiva pero que no busca condenarlo. Borges como un tipo de autor que gusta de la impostura, de la fraudulencia, un escritor parásito que chupa la sangre de los clásicos para alimentar la tinta con que escribe, o directamente un plagiario. Acusaciones, todas éstas, de las que podríamos decir que Borges se sentiría orgulloso.
Este libro de Pauls ocupa un lugar privilegiado dentro de los libros sobre Borges, pues aunque es un pequeño ensayo de no más de 160 páginas, es completísimo y se hace cargo de los aspectos esenciales del Borges lector y escritor. Después de su lectura se vuelve a confirmar la importancia y el valor que tiene la obra borgeana para el pensamiento y la literatura universal.
Martín Figueroa R.
Miguel Vicuña Navarro. Parábola reversa. Santiago: Editorial Semejanza, 2004.
Tras dieciocho años de silencio poético, Miguel Vicuña Navarro vuelve al ruedo con Parábola reversa, un poemario que –al igual que sus obras anteriores, Levadura del azar (1980) y Lengua de Cordero con piel de Oveja (1986)- se sustenta principalmente en el trabajo del autor sobre la palabra, a través de un tratamiento del lenguaje que busca extraer de éste las más diversas y profundas sonoridades y cadencias rítmicas, y en la reflexión permanente en torno al mismo trabajo poético, pero construyendo una versión de la metapoesía en que la palabra-signo dialoga de manera constante con el sentido existencial del texto, no necesariamente tematizando este sentido, sino simplemente plasmándolo en toda su contradicción y autocuestionamiento.
Como señala el poeta Waldo Rojas en el postfacio de Parábola reversa, “Un rasgo permanente en la poesía de Vicuña ha sido el de una particular maestría en el manejo de la textura fónica de su lenguaje. El juego de sonoridades y de ritmos, una andadura hecha de aliteraciones y de respiraciones, de armonías y de inarmonías de controlada fluidez que, junto con ciertos motivos y recurrencias temáticas, contribuyen a personificar lo que, siguiendo en ello a Barthes, se podría estimar como un ‘estilo’ (...).”.
Siguiendo todavía a Rojas, podemos afirmar que en Parábola reversa –como incluso lo indica su título- es permanente “el tópico del revertimiento de la poesía sobre sí misma, de su ‘reversión’, en el sentido (...), de volver algo a su estado de origen, o alguien sobre sus propios pasos.”, reversión que se expresa también a través de una intertextualidad de permanente guiño a las obras y lenguas clásicas, con las que gran parte de los textos que conforman este poemario establecen una conexión más profunda que la pura y simple cita, y que más bien se ubica en el plano del sentido de los textos que en la literalidad explícita.
La palabra es, entonces, la centralidad de esta obra de Vicuña; la palabra poética e, incluso, la palabra en su incapacidad de ser articulada, en su imposibilidad de ser expresada, como sucede en “Breve diálogo filosófico entre el poeta y su dentista”, uno de los textos centrales de este libro, en el que a los elementos anteriores se agrega un humor ácido y en buena medida autocorrosivo, nota que se repite en no pocos textos a lo largo del poemario, como “Advertencia” y “Habitantes del planeta”.
Autor de oficio, Vicuña realiza una entrega sólida a través de Parábola reversa, en que la palabra ejerce el control absoluto –en presencia y ausencia, sentido y forma- de la escena, llegando en momentos casi al límite de lo obsesivo; la palabra, el decir, la boca, la lengua, el habla, esos son los materiales de esta Parábola –¿o será acaso parole?- reversa, vuelta sobre sí misma y limitada en su expresión, pero al mismo tiempo expulsada en mil direcciones distintas, fracturado el significado del significante para, más tarde, volver a ser fundidos por arte y magia del poeta.
Tras dieciocho años, este libro de Miguel Vicuña no defrauda en lo absoluto, y se inscribe en una línea de continuidad con su trabajo anterior; continuidad que, lamentablemente, incluye la discontinua entrega de sus textos, dispersos en el calendario y necesariamente con cierto carácter de compilación a la hora de ser editados, seguramente por el dilatado espacio de tiempo que Vicuña ha ido dejando entre libro y libro.
C.B.
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